Cuando Felipe me conto lo de “la maldición” que afecta
su vida amorosa desde que ha sido un caballero, ¡Lo entendí taaaanto! Al punto
de sentir hasta un poquito de rabia por mí misma y por la mayoría de mis
amigas. Porque estoy segura que muchas de las mujeres tenemos una apestosa
inclinación por aquellos hombres que nos hacen sufrir. Por el contrario
aquellos galanes que se preocupan de conquistarte, con detalles lindos,
invitaciones a comer, llamadas solo para saber cómo estas o que están dispuestos a caminar largas horas
junto a ti por la playa, los tomamos poco en cuenta o ni siquiera nos fijamos
en ellos.